miércoles, 20 de abril de 2016

CAMBIO DE TERCIO


    Cuando apenas se han cerrado las puertas de la Semana Santa, en Santa Marina, con la Sagrada Resurrección, Sevilla cuelga sus túnicas y apaga los cirios para dar paso a las mantillas blancas, los volantes y el albero como protagonista de dos escenarios que son signos de la ciudad. 

    La Real Maestranza de Caballería tiene en el Domingo de Resurrección uno de sus días grandes. Da comienzo la temporada de toros, novilladas y rejones. Sevilla cambia de tercio.

    Una ciudad cuyo calendario oficioso se rige por sus fiestas, y ésta que empieza entre albero y volantes es de esas que comienzan y terminan en puerta grande.

    Era una buena ocasión para probar de nuevo la capacidad de la Canon 7D Mk2, la última en incorporarse a la familia. Su ráfaga de 10 disparos por segundo y su factor de recorte son los dos motivos principales para llevarla a un evento así, mas aún, sabiendo que iba a estar entre el público, en un sitio cercano al ruedo, privilegiado todo hay que decirlo, pero con las limitaciones típicas de estar rodeado de cabezas y algún que otro estorbo a la hora de componer. 

    El cartel era de los mejores, Morante de la Puebla, el Juli y Miguel Ángel Perera. La cuestión no sólo era pensar en realizar buenas fotos, sino disfrutar también de una buena tarde de toros con los mejores maestros posibles.

    He de decir, que los toros no me entusiasman, me gustan eso sí,pero no soy fanático ni entendido en la materia. Conozco lo justo y poco mas para saber lo que se está haciendo sobre el ruedo, los tiempos, los avisos y las distintas suertes. Como espectáculo, me atrae la plasticidad y la ceremonia que lo rodea, el concepto artístico de la lidia del toro, los movimientos...

    No había entrado anteriormente en la Maestranza, no tenía ninguna expectativa al respecto. La verdad que sabiendo dónde entraba podría al menos sentirme emocionado, con alguna ilusión por ver semejante espectáculo y en semejante lugar, al fin y al cabo es uno de los ruedos con más prestigio.

    Cualquier taurino te hablará de los famosos silencios del coso maestrante. Era a cuanto aspiraba, a un ambiente respetuoso, de silencio durante la faena. La primera conclusión firme que saqué (y no me hizo falta demasiado tiempo para averiguarlo) fue que a la Maestranza le sobran borrachos y le falta respeto. En todos lados hay entendidos y como no, con unas copas de más, allí, esa tarde había muchos. Por no hablar de algún que otro exaltado que acabó provocando más de un conato de pelea en un tendido cercano. Es mi experiencia, siento a quien le pueda ofender leer esto.

    Como quería hacer fotos, pero de la manera mas discreta posible, no era momento de llevar toda la artillería pesada, además de por discreción, por cuestiones de movilidad y espacio. Los asientos de la Maestranza no son muy espaciosos, y entre la espalda de la persona sentada delante y el muro de mi propio asiento apenas hay medio metro. Así que me llevé la Canon 7D mk II, perfecta como dije antes por su velocidad, con el Canon 70-200 f2.8 IS I. Y además saqué a pasear mi Canon G1x mk II, pequeña, discreta, justo lo necesario para algún plano mas abierto del ruedo entero. 



    Como os he dicho antes, el sitio era bueno para ver la corrida, pero complicado para componer, en un tendido de sol que durante parte de la tarde me afectó bastante el reflejo, y el parasol del objetivo apenas me servía. Aún así, disfruté mucho fotografiando y aquí os dejo buena muestra de ello, que para eso os he descrito todo esto. 

    




















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