Para todo aquel que conozca mínimamente la actividad de las Hermandades de Sevilla, sabrá que cuando no es cuaresma, es tiempo de glorias, y cuando no es tiempo de glorias ni cuaresma, es decir, ese pequeño espacio temporal baldío entre ambas fechas, es precuaresma, y si todavía no se queda uno saciado, súmense todas las salidas extraordinarias de la capital y su provincia incluso.
La intensidad, o la jartura con la que se llega a vivir cada culto, cada salida procesional en tiempo de gloria, cada Via Crucis, Rosario de la Aurora...todo lo que suponga encender un cirio y mover una imagen en ésta ciudad supone movilizar a cientos de personas que a veces, mas parecieran que acuden a los cultos por idolatría que por devoción. Kofrades (algunos) con K de Kani a los que le preocupa mas las flores que lleve su Virgen o las marchas que le toquen a su Cristo que conocer el verdadero significado del culto que organiza su Cofradía. Culto del que seguramente se marchen antes de tiempo no sin antes haber tomado las fotos oportunas con su móvil para publicarlas en las redes sociales, con los hastags y menciones oportunas, diciendo en 140 caracteres lo mucho que quiere a sus titulares.
Digo ésto porque cada vez veo menos educación y respeto en este tipo de actos públicos. Por desgracia no me resulta raro escuchar delante de un paso lo bien o mal que jugó tal o cual equipo, o ver integrantes de un cortejo comprobar su móvil con una mano y el cirio en otra, y por supuesto no puede faltar el grupo de amigos haciendo corrillo en torno al acólito...actitudes que me gusta cada vez menos ver.
Por eso, cada vez voy siendo mas selectivo a la hora de ir a ver y fotografiar este tipo de cultos internos o externos. Me gusta tanto todo esto, que quiero que me merezca la pena vivirlo.
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